Crónica de la visita a
#Ceuta: Abril de 2014.
Espiando la frontera, con
algún tinte antropológico.
Lunes 7 de abril de 2014:
08 AM Dejamos atrás Algeciras, el mayor puerto de Andalucía, en un ferry de
gran capacidad y escasos pasajeros. Cruzamos desde Europa
a África, como hacían hace más de 500 años las familias musulmanas que huían
(que echaban) de “España” después de la caída de Granada. A nuestra derecha, Gibraltar, un peñón
rodeado de barcos y nieblas, tal como en las películas. Un trozo de montaña
insulsa que asoma en el mar que quizás no llame tanto la atención si no fuera
porque fue y es disputa del poder de los Estados de todos los tiempos. Nada
menos que el paso del Mediterráneo al Atlántico. Me resuena enseguida la voz de terror de los marineros del submarino en “la caza del Octubre
Rojo”, cuando decían "Gibraltar", emblema del imperio británico.
Paseando por la cubierta, un
marinero que me cuenta que es de Honduras, enseguida me saca charla. “No entiendo cómo si
sólo los separa este trozo de mar, se odian tanto”. Entendía lo que me decía: musulmanes y
cristianos, españoles y marroquíes. Europeos y extranjeros “extracomunitarios”,
se dice desde 1985. Me cuenta que vive en Ceuta, pero que casi no hace vida
allí porque se la pasa en el barco. Tiene una visa especial de marinero, y su
sueldo va directamente a su cuenta en el banco de Honduras. Allí vive su
familia. Me cuenta también que pronto irá a Madrid para tramitar otra visa que
le permita trabajar en Miami, con la misma compañía del ferry. Sin preguntar,
sale el tema de los africanos que intentan cruzar a Europa. Comenta que muchos intentan colarse en el ferry. “Si vemos alguno le tenemos
que decir que se baje, porque esto está lleno de cámaras, y sino nuestro jefe
nos puede regañar y echar. Le explicamos amablemente que se tiene que bajar”.
Yo le creo lo de amablemente. Sin embargo, cuenta que una vez dejó pasar a
uno, y me señala el lugar donde lo había visto, porque allí no había cámaras.
“Porque yo también me aventuré y todos tenemos derecho a comer”. Un sutil
brillo es sus ojos me indica orgullo. Me cuenta más cosas sobre los ferrys y se
despide. Le deseo suerte en Miami.
Atravesamos una verdadera
frontera de niebla que hizo desaparecer el Peñón de Gibraltar y sin ver nada a
nuestro alrededor, de pronto anclamos en el puerto de Ceuta. Extraño lugar.
Ceuta no se entiende bien qué es. Desde 1995 es una ciudad Autónoma de España, al mando de un alcalde-presidente y 24 concejales a los que llaman diputados. Quieren ser una Comunidad
Autónoma. Al igual que Melilla, Ceuta es un enclave español en el continente
africano. ¿Y por qué Marruecos no reclama ahora Ceuta y Melilla? Venimos debatiendo durante el viaje. ¿Será que un lugar de frontera como Ceuta conviene a ambos
estados?
Una taxista nos lleva
enseguida al lugar de reunión. Calle de las Adoratrices. Un colegio religioso
que hace también de sede de una ONG, Elin, la única que realiza trabajo
humanitario en Ceuta “en favor” de los inmigrantes y es miembro de la red
Migreurop. Qué sería de Ceuta sin esta gente! La anfitriona es Paula,
una señora de unos 50 años, religiosa de la Congregación de las Carmelitas de
Vedruna. Madrileña, se instaló en Ceuta en 1999. Le dijeron que busque un lugar
en España para hacer trabajo humanitario, cogió su mochila, exploró varios
lugares y cuando llegó a Ceuta no lo dudó. “Vi que había mucho por hacer”. No
se equivocó, siempre tuvo mucho trabajo, y aún más desde el 6 de febrero de
2014, que no para de sonar su teléfono. En una mesa están varios miembros de
las entidades de Migraeurop: CEAR, Andalucía acoge, Melilla acoge, APDH,
Prodein, Mugak y SOS Racismo. Vinieron desde Melilla, desde distintas ciudades
de Andalucía y desde otras partes de España para explicar sus propuestas sobre
asilo y refugio a nuestra “delegación política”: la eurodiputada alemana del grupo
verde SkaKeller, el candidato a eurodiputado por Equo Florent Marcelleci y
Ernest Urtasun, el candidato a eurodiputado por ICV.
Nos sumamos a la reunión
que ya estaba avanzada y nomás sentarnos escuchamos la voz de Paula que
resumía: “El problema es que la gente no puede salir de Ceuta. Ceuta no es
Europa, Ceuta toda es una prisión en sí misma”. Explican que si pides asilo no
puedes salir de Ceuta, que el asilo no tiene ningún recorrido jurídico, aún con
la relevancia mediática por las muertes de febrero. Preguntamos por las
devoluciones en caliente y por la omisión de socorro. Nos cuentan que hay muy
poco interés judicial en la acusación popular que presentaron por las 15
muertes del 6 de febrero. Paula continúa explicando que el asilo es una forma
de chantaje. Hablamos del control y la represión de los Estados. También entra
en la conversación Marruecos, agente clave. Salen algunas propuestas para el
parlamento Europeo, pero el ambiente no es muy optimista. “Hace falta voluntad
política”. Se remarca la idea de la
importancia de juntar a las familias y las redes que tienen las familias
migrantes en muchas ciudades europeas. Paula comenta sobre el CETI, el centro
de Estancia temporal para Inmigrantes, construido en Ceuta en el año 2000.
Comenta que no está apto para las familias, y que ahora mismo hay muchas
familias sirias: “la infraestructura es importante, pero no lo es todo, es
importante cuidar las relaciones humanas, lo psicológico. Hace poco hubo uno
que perdió la cabeza”. La reunión es muy
amena, mucho dialogo, escucha y detalles, pero tenemos que parar la
conversación porque nos esperan en el CETI. La conclusión general de la reunión
salió de alguna voz que fue la voz de todos: “Los migrantes son moneda de
cambio en función de los intereses políticos de los Estados”.
Nos subimos en varios
coches y nos dirigimos hacia el CETI. Ceuta se ve muy agradable, vegetación y
olor a océano. Ya había desaparecido la niebla y brillaba fuerte el sol. El
CETI queda hacia arriba de una colina, al lado de una granja y con vistas al
mar. Allí nos reciben las autoridades, director y subdirector, acompañados de
guardias de seguridad (de una empresa) de una manera muy amable. Nada de
protocolos. Una simple visita por las instalaciones recorriendo las oficinas y
escuchando las explicaciones del director, con algunas cámaras y periodistas.
Se mencionan cifras, presupuestos y algunas cuestiones políticas: “Nosotros
pedimos, pero siempre la última palabra la tiene Interior”, se defiende el director. Estuvimos largo rato y no dejamos rincón por visitar. No era un CETI, es un gran campo de refugiados, con cantidad de familias sirias incómodas y destrozadas por la guerra, el viaje y ahora por la incertidumbre. Más de 50 niños amontonados en pocas habitaciones, sin condiciones para vivir en familia. Evito pensar lo que será Grecia o Italia. [Ver: visita al CETI de Ceuta].
El tiempo apremia y nos espera la rueda de prensa. Llegando al ayuntamiento, vemos filas de gente de pie en la vereda, la mayoría hombres. Nuestro
anfitrión nos explica que son parados que llevan manifestándose durante
semanas. Ceuta tiene un porcentaje de paro del 35% y un paro juvenil del 50%.
Me acuerdo del marinero hondureño, que vive en Ceuta pero su sueldo va
directamente a Honduras. En Ceuta ni siquiera va al supermercado. Entramos al
salón de la conferencia de prensa donde hay periodistas esperándonos. Allí se
sentarán: en primer lugar, Mohamed, uno de los concejales-diputados de
Caballas, agrupación que es una escisión del PSOE unida con musulmanes y
ambientalistas. Tienen 3 concejales y su representación en España es el partido
Equo. A su lado se sienta Ska y luego le sigue Florent. En cuarto lugar,
Ernest. Mohamed habla de Ceuta, del paro y otros problemas. Cuando llega el
momento deSka enseguida saca el tema de la migración y las fronteras en su
castellano sencillo y cordial: “La ciudad es muy linda pero tiene esa valla que
me resulta insoportable”. “No queremos esta imagen de Europa, queremos otra
cosa”. Florent también habla de la valla y de los 8 km de la vergüenza, la
Europa de la vergüenza. Ernest, enseguida reclamó justicia por las muertes del
6 de febrero y reiteró la dimisión del ministro de Interior. Pero su
preocupación también se centró en las familias sirias y la falsa política de
asilo de la Unión Europea. Suena una cifra: Siria, 3,5 millones de refugiados.
Comienzan las preguntas. Una periodista pregunta a Ska qué propuestas hay para
solucionar “el problema de Ceuta” que es la frontera, dejando entrever que en
Ceuta se vive un clima “anti-inmigración”. Pero Ska no dudó y utilizó una
metáfora adecuada, pero polémica: “Hay que abrir la puerta porque la gente no puede entrar por
la ventana”. Los que abrieron los ojos bien grandes fueron los periodistas. No
hubieron más preguntas.
Y nos vamos hacia el
tercer objetivo: visitar la playa de Tarajal. Paula nos lleva en coche mientras
nos explica sobre lo duro de su trabajo “porque somos los únicos que defendemos
a los inmigrantes”. “Aquí todos me
conocen, nadie me quiere”. Le pregunto a modo off the record si han pasado más
cosas tipo lo del 6 de febrero que no hayan salido en la prensa. Y Paula
comenta uno a uno todos los casos, con precisión de fechas. Heridas graves con
concertinas, desangramientos, ahogamientos. Pareciera que allí la muerte es
casi normal. Y así es. La Playa huele horrible en el paso fronterizo. Ni
siquiera las gaviotas vuelan o se refrescan con libertad. Un viejo y ridículo
cartel pone: “fin de zona de baño”, como si alguien deseara bañarse allí. Las
concertinas de la valla brillan al sol y no hay ninguna placa ni nada que
recuerde u homenajee los 15 asesinatos del 6 de febrero. Nos señalan el lugar
donde aparecieron los cuerpos. Miramos el mar en la zona que le llaman “Tierra
de nadie”. Un sector de playa muy sucia entre las dos vallas. Espantoso. El
cartel que dice “España” rodeado de las 12 estrellas me suena a pura
frivolidad. ¿Qué fue de los sueños de paz de la UE?
Paula nos habla también
de las llamadas “porteadoras”, mujeres – la mayoría marroquíes – que van y
vienen de un lado a otro de la frontera comerciando todo tipo de mercancías.
Las miro y me recuerdan a las “paseras” en la frontera argentina-paraguaya, y
las fotos de las mujeres indígenas guajiras en la frontera colombo-venezolana.
Descubro que pasar mercancías es una profesión femenina en todo el mundo. Las
“porteadoras” de Ceuta-Tanger llevan un gran bulto en la espalda y se atan
paquetes por todo el cuerpo, incluyendo piernas y brazos, con cinta adhesiva.
Van y vienen caminando todo el día. Al llegar a los 40 o 50 años quedan
totalmente encorvadas. Paula nos cuenta que hace unas semanas murieron dos mujeres
que fueron empujadas por el barranco. Como tienen tanto peso, siguieron de
largo y cayeron. Nos enteramos de que no solo los migrantes mueren en las
fronteras.
Para volver al puerto
cogemos un taxi. Como en mi Buenos Aires natal y en tantas ciudades, los
taxistas son la opinión de la ciudad. Y escuchamos atentamente el otro lado de
la frontera social, sin objetar ni discutir. El taxista nos habla de la gente
que está en el CETI y que durante el día andan por la ciudad y piden dinero o
comida. “Hay dos tipos de morenos, el moreno político (¿?) y el moreno que se
las rebusca”. También era consciente de las familias sirias que están en Ceuta:
“los sirios vienen con pasta. Porque para venir acá necesitan pasta, y les dan
todo… como no gastan nada, y además piden…”. Aunque no se aclaraba del todo con
la situación de los sirios y dejaba escapar también compasión, describía a la
perfección el racismo y la fragmentación social que se vive en Ceuta. Resonaba
la frase que tanto se escucha por parte de la ultraderecha: “les dan todo”.
Como si ser un refugiado de la guerra fuera muy cómodo. Pero en una ciudad con
tanta paro y gobernada por el PP estos comentarios ya no nos extrañan y seguimos
escuchando. Habla también sobre el 6 de febrero: “¿Y qué puede hacer la policía? Si en Barcelona
o Madrid tiran pelotas de goma en las manifestaciones, por qué aquí no…”
Llegamos justo al puerto y la conversación se terminó.
El plan era comer en una
grata terraza soleada del puerto para olvidarnos un poco del mal rollo de la
playa del Tarajal; pero la conversación continúa y Paula nos explica aún más
cosas en torno a la famosa valla: En 2005 acudió a la asociación de Paula un
chico africano extrañado porque le habían abierto la puerta de la valla y lo
habían dejado pasar sin problemas: “Me abrieron la puerta!”, le comentó a Paula entre entusiasmado y extrañado. Acababa de
ser la regularización que impulsó el gobierno de Zapatero, y como en Ceuta
gobierna el PP solían abrir la valla para luego acusar al gobierno de “efecto llamada”. Así
son las estrategias de la derecha. #Patético. “Moneda de cambio”, seguía siendo
la conclusión apropiada. El grupo peninsular seguía consternado pero la alegría y enteraza de Paula transmitían más ganas de escucharla. Le preguntamos si en
la ciudad se nota la división entre musulmanes y cristianos, y contesta
rotundamente que sí. Ceuta tiene aproximadamente un 50% de población musulmana
y un 50% de población cristiana, pero tiene casi el doble de mezquitas que de
Iglesias. La religión musulmana es muy reconocida pero el racismo/clasismo se
reflejan, por ejemplo, en la segregación escolar. Las familias musulmanas
adineradas llevan a sus hijos a las escuelas concertadas - que son católicas -
adonde van las familias españolas. Por lo tanto en la escuela pública se
escolarizan en su gran mayoría familias musulmanas y de origen marroquí con
menos recursos. O sea, pobres en la pública, ricos en las concertadas,
tendencia general del Estado que en Ceuta está bien asentada. Sin embargo, y a
pesar de la división musulmanes-cristianos, nadie duda de la “españolidad” de
Ceuta. Todos son españoles. Todos con el estado “rico”, de la Unión Europea.
Pasamos nuevamente la
frontera política del puerto hacia el espacio Schengen del continente europeo y
subimos al barco. Dejamos atrás el perfil de Ceuta: Puerto, palmeras, pisos de
bloques y monumentos coloniales españoles. Y emprendemos el viaje que la gente
del CETI está esperando hacer desde hace muchísimos meses. Dirección: Europa
“primer mundo”. Pienso en Ceuta y siguen habiendo cosas que me dan vueltas. Qué
ciudad más extraña, qué invento más extraño. Si bien no responde a la lógica
del Estado nación en sí misma – ¿Enclave? ¿Ciudad autónoma? ¿Comunidad autónoma?
¿Europa en África? ¿Qué es Ceuta y qué quiere ser? – su papel en el mapa sí es
responder a la lógica de un Estado Nación como guardiana de la frontera. Es un
producto colonial, solo un puntito en el mapa, como tantos otros de la
periferia europea (de dentro y de fuera) pero que en realidad responde a la
lógica de un gran Mercado global. Es guardiana de las fronteras
políticas-humanas y garante de las fronteras sociales. Los migrantes son la moneda de cambio, pero
no van y vienen de forma tan fácil como las mercancías que se atan al cuerpo
las porteadoras. Continúo mirando el perfil de Ceuta y me resuena la voz de
Paula: “Ceuta no es Europa, Ceuta toda es una prisión”.